jueves, 19 de diciembre de 2013

Globalización y sus Consecuencias en America Latina

A modo de introducción:


Al comenzar con este trabajo tenemos la posibilidad de caminar por las riberas más estrechas y actuales de la sociología latinoamericana en donde el rumbo de nuevas teoría y alternativas latinoamericanas están en pleno desarrollo. Estas son el resultado de un largo y complejo proceso donde los periodos de dominación del capital internacional, los intentos de liberación y de desarrollo autónomos han marcado el rumbo de nuestras sociedades. Como consecuencia de estos procesos desarrollare de una manera precisa la Unidad V de la Cátedra donde trabajaremos el proceso de la Globalización a partir del Consenso de Washington, la aplicación del Neoliberalismo en Nuestra América hasta nuestros días; en donde caracterizamos y tomamos como ejemplo los países de Chile y Brasil. Como se fueron aplicando diferentes políticas económicas impuestas por el capital transnacional incentivadas desde EE.UU, como esto ha afectado a sus economías y políticas internas haciendo balances frente al plano económico internacional, comparándolas con los demás países de la América Latina; a su vez trabajaremos los fenómenos de integración del ALCA y el MERCOSUR y de como también aparecen dentro del nuevo proceso latinoamericano las alternativas del ALBA, el UNASUR y la CELAC siendo parte fundamental de la construcción de un nuevo bloque histórico para la región.



Antecedentes Socio Históricos:

A mediados del siglo XX los países Latinoamericanos se esforzaron infructuosamente para lograr un tipo de desarrollo Autónomo, buscaron que el continente creciera económicamente a través de políticas de industrialización por substitución de importaciones. No obstante, los nuevos mercados nacionales creados por la industrialización dieron lugar a la emergencia de una clase trabajadora beligerante y de nuevas aspiraciones de una “burguesía nacional” (clase local de empresarios). Esta alianza “populista” dio esperanzas para la realización de un proyecto nacional basado en la productividad y la igualdad.

Desde los años 70’ en el contexto de la crisis del petróleo, los Estados Unidos fijaron diferentes estrategias para contener los procesos de cambios y desatar una de las reacciones políticas más sangrientas de la historia. Desarrolló una serie de medidas tanto militares como económicas para frenar esta avanzada hacia la independencia económica comenzando principalmente desde la elaboración del Plan Cóndor (1973-1985): Este se basaba en una articulación directa entre las cúpulas de los ejércitos de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, [1] y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador[2] con la CIA y las Embajadas de los EE.UU para intervenir las democracias populares y proceder a instaurar las dictaduras militares en la parte sur de nuestra américa.

El principal objetivo de las dictaduras militares del periodo 1964-1989 era aplastar la alianza “populista” y seguir con la destrucción de la clase trabajadora. El primer objetivo fue rápidamente cumplido, debido principalmente a la falta de compromiso político de la clase media que no fue capaz de sumarse al “proyecto nacional”. El segundo objetivo fue más difícil de conseguir a causa de la esencia del desarrollo capitalista basado en la acumulación de excedente laboral. Una nueva estrategia era necesaria para controlar las protestas de los trabajadores, y en especial, a sus organizaciones de clase.[3]

Comenzaron así a principios de los años 80’ a introducirse la nueva corriente de pensamiento liberal por dentro de los Procesos Burocráticos Autoritarios que tenían el fin de aplicar las políticas económicas elaboradas por los organismos Bretton Woods (GATT, FMI, BM) a los países que estaban en proceso de desconexión de la dependencia económica con los EE.UU y volver a conectarlos, hacerlos nuevamente dependientes del mercado mundial a través del nuevo aparato político administrativo quienes fueron formados en las nuevas lógicas economicistas siendo algunos especializados en la Universidad de Chicago bien llamados en Chile como “Chicago Boys”.

En este nuevo orden se les impuso a los países latinoamericanos que la búsqueda del desarrollo económico solo podría ser a través de su inserción en el orden mundial desde nuevos acuerdos o alianzas con corporaciones multinacionales y/o por vías de préstamos con organismos financieros internacionales del como el FMI, BM y BID. De esta forma comienzan a aplicarse las nuevas ideas liberales (Neoliberalismo) en Latinoamérica que ponía fin a la creencia de un Estado Benefactor por el hecho de que no podía solucionar los problemas que no resolviera el mercado. Pero esta vez vienen con un nuevo enfoque acerca del Estado no como el Enemigo Restrictivo sino que del Gran Aliado subsidiario y entreguista ya que para imponer estas nuevas políticas económicas mundiales se necesita tener la sumatoria del poder económico con el poder político. Para esto se agrega un nuevo e importante componente, incorporar a la ecuación política a la clase trabajadora, invitando a sus partidos políticos a liderar el proceso hacia la globalización. Estos son aparentemente los nuevos roles de los antiguos partidos revolucionarios de las clases trabajadoras, como el Partido de los Trabajadores de Brasil, el Partido Socialista de Chile, el Partido Justicialista de Argentina y el Frente Amplio Uruguayo. Seguramente en poco tiempo (2006) se sumará México con el PRD.[4]



Globalización, Consenso de Washington y Neoliberalismo 

La globalización es un proceso económico, social, cultural, tecnológico y político a gran escala; El neoliberalismo surge como corriente de pensamiento político y económico después de la segunda guerra mundial primero en Europa y luego se traslada a EE.UU. La “globalización neoliberal” será una forma de referir a las particularidades del nuevo ciclo de mundialización capitalista intensificado en la década de 1990. Desde una perspectiva apologética, esta globalización fue presentada como un proceso de creciente interdependencia entre los países y las naciones a nivel internacional resultado del impacto de la revolución tecnológica en curso en el terreno de las comunicaciones, las finanzas, el comercio y la producción a nivel mundial. Justificada así bajo la invocación al progreso científico-técnico, la globalización querrá presentarse como un proceso inevitable, el único capaz de ofrecer crecientes beneficios, bienestar y progreso a los pueblos y las naciones que decidan participar del mismo, condenando al atraso, el caos y la barbarie a los que se animaran a rechazar tal invitación. Un somero balance de los resultados de la década de 1990 da cuenta de un panorama completamente diferente al de ese idílico destino[5].

En lo económico establece la integración de las economías locales en una economía de mercado mundial, los modos de producción y movimientos de capitales se constituyen a escala planetaria, también cobran mayor importancia el rol que juegan las empresas multinacionales, la libre circulación de capitales es una máxima en este tiempo. Los países latinoamericanos comienzan a trabajar en las nuevas lógicas en donde se moderniza el estado y los medios de producción; Pero no existen políticas de industrialización, la distribución de la riqueza queda como política obsoleta y comienzan los ajustes económicos impuestos por los Bretton Woods y se lleva a cabo el famoso listado de medidas económicas provenientes del llamado “Consenso de Washington” este nace en noviembre de 1989, en el Institute for International Economics, John Williamson describía diez postulados macroeconómicos que, según él, generaban un amplio consenso en Washington sobre su necesidad para que los países emergentes, especialmente los latinoamericanos, pudieran aspirar al crecimiento sostenido.[6] Las políticas económicas del consenso son las siguientes:


1. Disciplina presupuestaria (los presupuestos públicos no pueden tener déficit)

2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público de áreas como subsidios (especialmente subsidios indiscriminados) hacia sectores que favorezcan el crecimiento, y servicios para los pobres, como educación, salud pública, investigación e infraestructuras.

3. Reforma Impositiva (buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados)

4. Liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés

5. Un tipo de cambio de la moneda competitivo

6. Liberalización del comercio internacional (trade liberalization) (disminución de barreras aduaneras)

7. Eliminación de las barreras a las inversiones extranjeras directas

8. Privatización (venta de las empresas públicas y de los monopolios estatales)

9. Desregulación de los mercados

10. Protección de la propiedad privada.[7]


En lo social podemos ver ciertas consecuencias como la Sociedad de Consumo, la Pos modernización, la transculturación y/o homogenización de la cultura (occidentalización) todo esto es debido a la gran influencia de los productos ofrecidos por el imperialismo informal cine, televisión, música, prensa como propaganda política e ideológica de la cultura del nuevo capitalismo que pretende imponer EE.UU.

La extensión de la pobreza ha sido otra variante debido a la exclusión como una nueva táctica era aún más radical: barrer con la clase trabajadora y hacerla desaparecer a través de la globalización. Reducirla en su tamaño y a la vez hacerla competitiva. La tarea le fue asignada a presidentes como Collor (Brasil), Menem (Argentina) y el dictador Pinochet (Chile). Los tres fracasaron miserablemente y dejaron a sus países en ruinas.[8] Debido a la extrema concentración de la riqueza funcional a los nuevos parámetros y necesidades del nuevo sistema capitalista financiero.

En lo político existieron claros esfuerzos por desmantelar la política popular del sector de los trabajadores: Restricciones gremiales, flexibilización laboral despidos masivos a trabajadores organizados. Orientaron sus políticas a la degradación de los partidos políticos y sus representaciones. El poder y la toma de decisiones quedo reducido en un pequeño grupo de actores sociales con relaciones con el poder económico. Esto trajo consigo consecuencias nefastas para la estabilidad política y gobernabilidad de los estados nación ya que desde entonces no basta con llegar al gobierno para conducir el rumbo de un estado sino que los grandes poderes económicos habían logrado entrelazar tanto sus relaciones que lograron tener gran influencia sobre las políticas de un país determinado y/o también desde la corrupción pudiendo comprar voluntades en función a sus intereses. Se destaca la preocupación por la debilidad institucional que dificultaría el perfeccionamiento de la democracia en estos países, aspectos que, en palabras de Conaghan y Malloy (Conaghan y Malloy, 1994, esp. cap. 4), darían origen a democracias incompletas, caracterizándose por la combinación de los siguientes trazos: alto grado de autonomía del Ejecutivo, marginalización del Legislativo cara a un proceso decisorio cerrado y excluyente, creciente disyunción entre opción electoral y políticas públicas, debilidad de los partidos políticos, primacía de la economía como disciplina condicionante de la política pública, baja credibilidad del Estado como agente del interés público, descalificación de la política percibida como fuerza negativa y obstruccionista, contracción de la esfera pública, reflujo de las organizaciones sindicales y, finalmente, regresión de la noción de ciudadanía por el vaciado de los derechos civiles y sociales.[9]



Chile y Brasil ejemplos del Proceso de Adaptación Neoliberal

El caso de Chile

A modo de antecedentes Chile no siempre fue solamente un país exportador de materia prima. A lo largo de su historia tuvo varios intentos de establecer políticas para el progreso de la industria teniendo uno de los más exitosos el de Pedro Aguirre Cerda, con un proceso de producción tecnológica nacional con políticas de Fomento a la Educación gratuita, única, obligatoria y laica; y también a la producción con la fundación de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo. 1936), con el fin de promover la industrialización del país, siendo su principal misión la creación de un plan de reconstrucción económica con vistas al desarrollo y la nacionalización de las principales riquezas del país. Entre las múltiples empresas que la Corfo ayudó a establecer se cuentan: Sociedad Abastecedora Minera, Electromat. SA, Compañía de Acero del Pacífico (CAP), Laboratorio Chile SA, Industria Nacional de Neumáticos (Insa.), Manufacturas del Cobre (Madeco.) Y la Empresa Nacional del Petróleo (Enap). Todo Esto Teniendo ciertos rasgos progresistas de continuidad hasta el fin del gobierno de Salvador Allende 1973. Desde 1970 al 1973 se llevaría a cabo el plan de transición del capitalismo al socialismo. consistía en los siguientes puntos: Estatización de las áreas «claves» de la economía, Nacionalización de la Gran Minería del Cobre, Aceleración de la reforma agraria, Congelamiento de los precios de las mercancías, Aumento de los salarios de todos los trabajadores.


Luego Con el Golpe de Estado de 1973 comienza el proceso de cambios en lo social significó el comienzo de un dominio sin contrapeso de los sectores empresariales, los cuales aprovecharon el desmantelamiento de la estructura productiva estatal llevado a cabo por el gobierno de Pinochet a fines de los 70’ y comienzos de los 80’, por medio de un proceso de privatización. Por otra parte, significó el comienzo de una pauperización de las clases medias y la precariedad e inestabilidad laboral para los sectores asalariados.

En lo estrictamente económico significó un cambio radical de orientación del papel del Estado en materia económica: de un rol productor y estatizador desarrollado desde la década de los 20, se pasaría a uno de tipo subsidiario, inspirado en las doctrinas económicas neoliberales; éstas privilegiaron en Chile un control estricto de la inflación y de la emisión del circulante, así como una política radical de privatizaciones de las empresas públicas y el fomento de las exportaciones de bienes producidos por el sector primario (agrícolas, mineros) y la importación de bienes de consumo y de capital. Desde la década de los 80’ se convirtió en una economía caracterizada por la explotación de materias primas.

El final de la década de los 80’ nos sirve para realizar comparaciones y comprender qué sucedió en los años noventa. En 1988, la sociedad chilena acababa con la brutal dictadura del general Pinochet. En 1990 Patricio Aylwin asumía como presidente con el desafío de consolidar y profundizar determinadas reformas económicas. La “concertación de partidos por la democracia” había llegado a un chile ya estructurado y funcionando con una nueva lógica impuesta por la dictadura y un aparato burocrático y técnico muy especializado los cuales aplicaron grandes medidas macroeconómicas que se hacían sustentables sólo allí donde los actores políticos relevantes había construido un consenso sobre un conjunto de políticas que, una vez afianzadas, serían las que sustentaran la consolidación de un consolidación de un estado de derecho.

A partir de allí, se generaría entre éste y la economía de mercado un círculo que giraría en torno al respaldo que le daban a ese marco aquellos consensos básicos y cruciales alcanzados por la racionalidad y moderación pero sin grandes pretensiones ni siquiera un proyecto de país ya que solamente quedó cumpliendo el rol de exportadores de cobre, fruta, productos pesqueros, papel y pulpa de celulosa, químicos y vino como su única alternativa hacia afuera pero para el mercado mundial como el mejor país de libre economía para entrar a invertir en el capital financiero o en los rubros de la construcción y empresas de servicios públicos y depredación de los recursos naturales.



El Proceso Brasileño

A este proceso lo enmarcamos posteriormente a la crisis económica y de inflación descontrolada a mediados de los años 80’. El país además venía padeciendo también una gran crisis política. La desestructuración del aparato estatal había traído graves consecuencias. En 1989 en elecciones populares es elegido el presidente Fernando Collor, quien renunció tres años más tarde tras un escándalo de corrupción. Uno de los factores responsables por el bajo poder infraestructural fue la corrosión de la capacidad del Estado de realizar sus funciones básicas e intransferibles, como la garantía del orden y la seguridad públicas e incluso de asegurar condiciones mínimas de existencia para amplias parcelas de la población localizadas en las capas más pobres. Bajo el impacto de las crisis fiscal y política, y como resultado de la primera ola de reformas liberales inspiradas en el recorte de gastos y de personal, se ahondó de forma destacada la incapacidad histórica del Estado de penetrar en el conjunto del territorio nacional y de incluir, en su radio de acción, a los diferentes segmentos de la sociedad, garantizando de forma universal el acceso a los servicios públicos esenciales, en las áreas de salud, educación y saneamiento básico, así como la eficacia de sus ordenamientos legales.

Collor fue sucedido por su vicepresidente, Itamar Franco, que nombró como Ministro de Hacienda a Fernando Henrique Cardoso, que creó el exitoso Plan Real el cual trajo la estabilidad a la economía brasileña. El Plan Real constaba en programa para controlar la hiperinflación, un problema brasileño crónico. Este combinaba condiciones políticas, históricas y económicas para permitir que el gobierno brasileño lanzase las bases de un programa de largo plazo. Organizado en etapas, el plan resultaría el fin de casi tres décadas de inflación elevada y la sustitución de la antigua moneda, el cruceiro, por el real, a partir del 1º de julio de 1994.

Dentro de una perspectiva de larga duración, Brasil es singular en la región por ser el país que fue más lejos y tuvo mayor éxito en el proceso de industrialización por sustitución de importaciones. Esto resultó en una economía sectorialmente más diversificada, con mayor participación de la industria, ya sea de producción de manufacturas, ya sea de procesamiento de un amplio abanico de commodities. No menos importante, resultó en la creación de agencias públicas e instrumentos políticos y mentalidades orientadas a la promoción de políticas industriales que persistieron, aunque modificadas, mismo después del colapso del modelo de sustitución de importaciones y están presentes en las relaciones del Brasil con los países de la región.

Si bien Brasil es una economía de mercado y una democracia representativa, el capitalismo brasileño tiene características particulares, señaladas arriba, que lo diferencian del capitalismo prevalente en Chile, Perú y Colombia, donde el Estado nunca tuvo presencia comparable en el sector industrial, ni llegó a desarrollar instrumentos equiparables de fomento económico. Estos países, hace dos décadas o más, han adoptado modelos liberales de gestión de sus sistemas económicos, con estrategias de amplia abertura de sus economías, enmarcadas en múltiples acuerdos de libre comercio con países de fuera de la región (los tres tienen Tratados de Libre Comercio firma dos con Estados Unidos; los dos primeros los tienen también con China y Colombia ya inició negociaciones con el mismo objetivo). Brasil ha seguido un sendero distinto, con una estrategia gradual de apertura de su economía, la preservación de los instrumentos de política industrial buscando resguardar y proteger su mercado interno para los productos nacionales, con un esquema limitado de libre comercio reducido al ámbito del Mercosur. Su tendencia proteccionista, a lo que se agregan factores económicos y geográficos, limita el potencial de atracción de Brasil sobre las economías de aquellos países y representan el principal desafío a la capacidad brasileña de liderazgo económico en la región. La expresión de esta situación fue la marginalización de la agenda comercial en la UNASUR, prácticamente sustituida por una agenda política. 

 

Los Fenómenos de Integración

MERCOSUR, CELAC, UNASUR, ALBA, constituyen bloques regionales económicos, sociales y políticos que están dando una nueva impronta a la configuración de América Latina y la zona Caribe. Todos ellos tienen propósitos similares, pero difieren en la escala de sus economías, en la hegemonía de unos sobre otros, en sus orientaciones políticas, en las relaciones intra y extrarregionales, y en la predominancia de algunos de estos temas como metas centrales. Sus objetivos explícitos son la libre circulación de bienes, personas, servicios y factores productivos, el establecimiento de un arancel externo común, coordinar políticas macroeconómicas y armonizar legislaciones para lograr un proceso de integración regional.


El MERCOSUR (Mercado Común del Sur) comenzó como una alianza aduanera de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, según lo acordado en el Tratado de Asunción, firmado en marzo de 1991. Más tarde se sumaron, como estados asociados, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Ecuador. México eligió participar con el estatus especial de miembro observador y Venezuela ingresó recientemente. Una de las particularidades de MERCOSUR es que tiene tres idiomas oficiales: español, portugués y guaraní. Este bloque resulta ser el más importante receptor de las exportaciones argentinas, especialmente las que mantiene con Brasil. Pero algunas de las partes consideran que el saldo es negativo para sus economías. Paraguay es uno de los miembros que ve más complicada su pertenencia al bloque, ya que estima que los costos han sido mayores que los beneficios obtenidos. Uruguay resiente las dificultades que tienen sus productos para acceder al mercado argentino.
El MERCOSUR es uno de los bloques que más han penetrado en otras áreas del mundo, ya que ha firmado tratados de libre comercio con el Estado de Israel en 2007, con Egipto en 2010 y con Palestina en 2011. Asimismo ha firmado Acuerdos de Complementación Económica con Chile, Cuba y México. Además, el MERCOSUR tiene un Acuerdo Preferencial de Comercio con el SACU (Southern African Customs Unión, Unión Aduanera de África Austral). Se hallan en curso negociaciones por áreas de libre comercio con el Consejo de Cooperación del Golfo, con Corea del Sur, Turquía, Jordania y Siria. Desde luego, las negociaciones de mayor importancia son las que se desarrollan desde 1995 con la Unión Europea, pero el Acuerdo Marco Interregional firmado todavía no ha dado sus frutos y se encuentra en una etapa de estancamiento.

De cualquier manera, en los últimos años los términos del intercambio han variado sustancialmente para todos los países sudamericanos. Si tomamos el caso de Argentina, podemos verificar que el cambio es notable porque hoy nuestro primer cliente es Brasil, seguido de China, Chile y Estados Unidos, lo cual revela que los cambios operados en la producción y el comercio internacional han desplazado nuestras tradicionales transacciones con Europa. Algunos de los Estados miembros y asociados del MERCOSUR pertenecen simultáneamente a otros agrupamientos, como son los casos de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, que integran también la CAN (Comunidad Andina de Naciones); de Bolivia, Ecuador y Venezuela, que también forman parte de ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América/Tratado de Comercio de los Pueblos); y, a su vez, todas las repúblicas sudamericanas son miembros de la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), incluso la angloparlante Guyana y la neerlandés-parlante Surinam.

El ALBA es el espacio de encuentro de los pueblos y gobiernos que entienden que la América Latina Caribeña conforma una Gran Nación, que nuestros países deben unirse para enfrentar conjuntamente los desafíos del presente y del futuro. El ALBA, en tanto que alianza política estratégica tiene el propósito histórico fundamental de unir las capacidades y fortalezas de los países que la integran, en la perspectiva de producir las transformaciones estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para la continuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas. El ALBA entonces, es el proyecto histórico de Simón Bolívar de unidad de la Patria Grande, para garantizar al pueblo “la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política. El ALBA se sustenta en los principios de solidaridad, cooperación genuina y complementariedad entre nuestros países, en el aprovechamiento racional y en función del bienestar de nuestros pueblos, de sus recursos naturales -incluido su potencial energético-, en la formación integral e intensiva del capital humano que requiere nuestro desarrollo y en la atención a las necesidades y aspiraciones de nuestros hombres y mujeres”. (Extraído del documento político de la V Cumbre del ALBA.)

UNASUR tiene fines más específicamente políticos, ya que se propone construir una identidad y una ciudadanía suramericanas, y desarrollar un espacio regional integrado. Esta intención se puso de manifiesto en el contundente e inmediato apoyo de UNASUR al gobierno democrático del presidente ecuatoriano Rafael Correa, cuando se produjo en 2010 un golpe perpetrado en su contra por las fuerzas de seguridad de Ecuador. Correa pudo retomar las riendas del Estado, en gran medida, por la rápida acción de UNASUR. Asimismo fue muy importante la mediación de UNASUR entre el gobierno colombiano y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), llevada a cabo para lograr la devolución de rehenes que mantenía el grupo guerrillero desde hacía largo tiempo. En ambos casos, fue relevante el rol desempeñado por el entonces presidente argentino Néstor Kirchner.
El bloque que reúne mayor cantidad de países latinoamericanos y caribeños es la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), creada en 2010, constituida por todos los Estados de América Latina y el Caribe.

La CELAC concreta y expresa los nuevos equilibrios de fuerzas políticas nacionales y regionales, y al mismo tiempo, las posibilidades reales de avanzar hacia un mundo más equilibrado.
El establecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), constituye un hito en la historia del continente y un paso decisivo en los procesos de integración regional y en la afirmación de la idea de la unidad nuestra americana.
Contrapunto indispensable a la Organización de Estados Americanos (OEA), ese tradicional brazo político de proyección de los intereses estadounidenses en el continente, el nacimiento de esta Comunidad y la idea de una gran unión latinoamericana sin la tutela de los Estados Unidos alarman a los imperialistas. De ahí que no sean pocas las presiones que ya reciben los gobiernos latinoamericanos de parte de Washington y sus aliados, para desvirtuar la CELAC y descarrilarla como proyecto de integración.
La CELAC es la tercera potencia económica a nivel mundial, de acuerdo con su PBI, el tercer productor mundial de energía y el mayor productor mundial de alimentos. La razón principal del éxito de haber reunido todos los países latinoamericanos se debe a las iniciativas de Venezuela y México. De Venezuela, ya conocemos su importancia por ser miembro de varios bloques y por desarrollar una política exterior hiperactiva, que busca ubicarla como país líder de la región entera. Fue un gran logro diplomático del presidente Hugo Chávez poder captar la participación de un país de larga trayectoria regional como México, consiguiendo de esta manera unir todo el continente, de sur a norte. Pero es indudable que la aquiescencia de México en formar parte de este grupo fue posible por el interés de los propios mexicanos de no quedar circunscriptos al TLC (Tratado de Libre Comercio) -NAFTA (North America Free Trade Agreement), de resultados poco exitosos para este país, y de disminuir su dependencia de Estados Unidos; esto, en un momento favorable por el ascenso económico y político de los países sudamericanos, mediante los cuales México busca reinsertarse en el sistema latinoamericano. Venezuela y México fueron la clave de la constitución de CELAC.

ALBA/TCP está integrada por Antigua y Barbuda, Bolivia, Ecuador, Cuba, Dominica, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, y Venezuela. Reúne tanto países latinos como caribeños angloparlantes (estos últimos son asimismo miembros de la Mancomunidad de Naciones, Commonwealth of Nations). Como su propio nombre lo indica, el bloque ALBA está principalmente influenciado por la ideología bolivariana, popular y pro socialista de la Venezuela de Chávez, que desarrolla un alto perfil en la política mundial, pero especialmente con manifiesta vocación latinoamericanista. Venezuela está a la cabeza de ALBA, es el Estado miembro de mayor potencialidad económica y el que practica políticas más activas de solidaridad, como la venta de petróleo barato y apoyo político incondicional a Cuba. Por otro lado, Venezuela y Cuba ayudan a Bolivia y Nicaragua en los terrenos económico, social y sanitario. Venezuela aporta asimismo ayuda financiera a Dominica y San Vicente-Granadinas, para la instalación de industrias y la explotación de sus recursos naturales.
Interesa principalmente destacar las diferencias intra y extrabloques. En el MERCOSUR y la UNASUR, Brasil y Argentina llevan la voz cantante, por su peso específico y la dimensión de sus economías. De los dos, se destaca netamente Brasil, porque en los últimos años se ha convertido en una potencia mundial emergente, cuya importancia se extiende más allá de América Latina. Brasil también integra el BRICS (Brasil, India, China y Sudáfrica), un nuevo polo de poder transcontinental que congrega los Estados más poblados del mundo y de mayor crecimiento económico en el último quinquenio, el cual se propone competir en pie de igualdad con el hegemón tripartito Estados Unidos-Unión Europea-Japón.

La clara hegemonía de Venezuela en el bloque ALBA muestra a este país como el dominante indiscutible, sin competencias intrabloque, ya que el resto de los miembros de la alianza son países de relativa importancia económica y política. Desde otro ángulo, hay que destacar que Venezuela ha llevado a los otros países de ALBA a imitar fuera del área su política exterior, de fuerte contenido antinorteamericano, lo que se expresa, por ejemplo, en la constitución del eje Caracas-Moscú-Teherán. Si bien Colombia es el país de Latinoamérica de mayor presupuesto dedicado al gasto militar, la agresiva política exterior de Venezuela ha tenido como consecuencia la adquisición de importantes armamentos, comprados en su mayor parte a la Federación Rusa.
También podemos dividir Latinoamérica según sus alineamientos político-ideológicos. Si tomamos en cuenta los posicionamientos de las asociaciones mencionadas frente al orden internacional moldeado por Estados Unidos-Unión Europea-Japón, el ALBA —especialmente el tándem Venezuela-Cuba— está abiertamente enfrentado con Estados Unidos. En cambio, dentro del MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC, Brasil y Argentina ocupan un lugar intermedio, moderado en sus relaciones con Estados Unidos, y con políticas económicas activas que propician un Estado de bienestar, pero no encaminado hacia el socialismo del siglo XXI que proclama Chávez. Colombia, Chile, México y Perú (miembros de varios bloques a la vez, pero cada vez más interesados en su inclusión en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, más conocido por su sigla en inglés APEC, Asia-Pacific Economic Cooperation), se alinean en una postura más pro norteamericana, con economías de corte neoliberal. Conviene subrayar que estos Estados dan más importancia a los tratados bilaterales de libre comercio firmados con Estados Unidos que a su participación en los bloques latinoamericanos.

Argentina ha cosechado buenos frutos de esta nueva realidad. El apoyo regional unánime en la cuestión Malvinas y la inserción predominante del país en América Latina son algunos de los logros tangibles que debemos atribuir a su pertenencia a estos bloques regionales.

El ALCA es un acuerdo impulsado por EEUU. Pretende asegurar la libre circulación de las mercaderías y el capital desde Alaska a Tierra del Fuego. Pretende asimismo lograr el control de las economías de los países de todo el continente. Expresado así podría creerse que el ALCA aportaría algún beneficio a nuestros pueblos.[10] El énfasis en imponer a marcha forzada el ALCA y las declaraciones arrogantes asegurando que no les inquieta el que algunos países rehusaran ingresar a sus grandes beneficios, no hace más que ratificar la prisa norteamericana para utilizar a América Latina como instrumento para compensar sus grandes déficits comerciales con el resto del mundo, recolonizar la región y uncirla para siempre a su dominación, eliminar de América Latina la competencia de europeos y asiáticos y tener acceso irrestricto a los recursos latinoamericanos que ambiciona controlar.


A Modo de Conclusión

A lo largo de este trabajo pudimos apreciar la amplitud política de nuestra América y de cómo durante nuestros último estado de dominación ha ido variando la orientación política. La penetración del imperialismo EE.UU. hacia el sur ha seguido con la tendencia de a pesar de nuestras diferencias como pueblos homogeneizarnos en su cultura la cual desea imponer a toda costa. Debido a que en estos últimos años no solo se ha tratado de ajustes económicos de FMI o del incesante bombardeo cultural del imperialismo informal sino que por un lado orientado principalmente a la apropiación de los bienes comunes de la naturaleza supone, tal como lo habíamos mencionado antes, garantizar el proceso de desposesión de dichos bienes; vale decir, su sustracción a los actuales usufructuarios y/o el desplazamiento y la “neutralización” de las comunidades y poblaciones que habitan en estos territorios, lo que muchas veces significa su condena al exterminio o extinción. Así, el uso de la fuerza, de la violencia, ya sea por parte del Estado, de grupos paraestatales o ilegales, o de la cooperación o coexistencia entre ambos, se torna un componente esencial de este proceso. Una historia de sangre que recorre las masacres sufridas por movimientos indígenas, campesinos, de pobladores y territoriales en las últimas décadas de Nuestra América y que se acentúa en los últimos años. Ante esto último la posibilidad de independencia frente a la avanzada del imperialismo es la unidad latinoamericana que representa la estrategia común frente al avance del imperialismo en la región. Además se contribuye de esta manera a generar los equilibrios necesarios en un mundo en el que la unipolaridad con la hegemonía de EE.UU. va quedando en el pasado y se avizoran la emergencia del nuevo mundo multipolar.


Bibliografía

[1] http://www.lr21.com.uy/politica/385488-plan-condor-formaba-parte-de-la-politica-estatal

[2] http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/participo-ecuador-en-la-operacion-condor-1978-14492.html

[3] La globalización y el Consenso de Washington: sus influencias sobre la democracia y el desarrollo en el sur / compilado por Gladys Lechini.- 1a ed. - Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO, 2008. Pag.40

[4] Ídem.

[5] Seoane, José, Taddei, Emilio, Algranati, Clara (2010) “Recolonización, bienes comunes de la naturaleza y alternativas desde los pueblos” (Río de Janeiro: GEAL Diálogo de los Pueblos). Pág. 7

[6] Del “consenso de Washington” al “consenso de Chile” ¿Por qué el Consenso de Washington fracasó mientras que el de Chile tuvo éxito? Pedro Isern Vicepresidente de CADAL. Revista perspectiva N°6. Pág. 48

[7] http://es.wikipedia.org/wiki/Consenso_de_Washington

[8] La globalización y el Consenso de Washington: sus influencias sobre la democracia y el desarrollo en el sur / compilado por Gladys Lechini.- 1a ed. - Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO, 2008. Pag.40

[9] El Post-Consenso de Washington: globalización, Estado y gobernabilidad reexaminada, Eli Diniz, documentos de trabajo IELAT. Pág. 15.

[10] http://www.noalalca.org.ar/

miércoles, 11 de diciembre de 2013

NO a la Extorsión y el Chantaje Policial.



En el marco de los 30 años de democracia ininterrumpida: decimos NO a la extorsión y el chantaje policial.



Ayer  10 de diciembre se cumplieron 30 años  de gobiernos institucionales sin interrupciones, en el marco de una situación preocupante  debido a las maniobras de extorsión y chantaje producidas por las fuerzas policiales en las provincias de nuestro país, utilizando un método ilegal como lo es el autoacuartelamiento lo cual ocasionó un clima de alarma en toda la sociedad,  dejando  terreno fértil para la acción de los grupos desestabilizadores  que pretenden volver a los tiempos de la impunidad y recuperar todos sus privilegios.
Más allá de que el reclamo por recomposiciones salariales puede ser  justo, teniendo en cuenta el nivel de los precios en aumento, los jóvenes comunistas estamos convencidos de que este tipo de maniobras debe ser repudiado enérgicamente por toda la sociedad civil organizada o no, sobre todo en un contexto en el que las derechas políticas de nuestro continente en asociación con el imperialismo intentan golpear a los gobiernos populares y democráticos que, nucleados en asociaciones supranacionales como la CELAC y la UNASUR, van ganando terreno en términos de soberanía política y cuyas medidas colisionan en gran medida con los intereses imperialistas en la región.
En este sentido es necesario avanzar en las sanciones que correspondan a los policías y los civiles involucrados no solo en los acuartelamientos sino también en la organización de los saqueos y robos. Hoy supimos la noticia de que en Chaco, Rosario, Tucumán y Mar del Plata ya se abrieron investigaciones penales que apuntan a integrantes de las policías locales por el delito de sedición y para establecer la conexión entre sus protestas y los saqueos en los comercios.
Estos 30 años de democracia en que los argentinos  transformamos los festejos en acto de repudio y resistencia, debe también hacer reflexionar al gobierno nacional acerca de la necesidad de acelerar los cambios que nuestro país necesita.
En el acto de ayer la presidenta habló de democratizar a la policía, algo que nosotros compartimos y militaremos con toda nuestra fuerza para que así sea, pero también consideramos indispensable acabar con las estructuras neoliberales de raíz, lo cual implica, entre otras cosas, pasar de una redistribución de ingresos a una verdadera distribución de las riquezas.
En el marco de los 30 años de democracia reafirmamos nuestra consigna: ¡!!!Radicalización o restauración conservadora!!!!!