martes, 15 de julio de 2008

Lucha Estudiantil... Paso a Paso...



Desde la rearticulación de la lucha estudiantil en el año 97 hasta el año 2005, todas las demandas levantadas desde el ámbito estudiantil, habían tenido un carácter de resistencia a las medidas neoliberales impulsadas por el gobierno. La gran mayoría de estos procesos de lucha, no tuvieron mayor éxito ya que los gobiernos respectivos lograron implementar todo lo que se habían propuesto al desgajar la Ley Marco en una serie de iniciativas legislativas, que pese a la movilización estudiantil, fueron siendo aprobadas una por una ley de acreditación, ley de crédito con aval del Estado, etc.

El gran quiebre se produjo el año 2006 con la movilización de los estudiantes secundarios, que no sólo lograron una alta convocatoria y radicalidad en sus métodos, legitimando una forma orgánica que exigía la participación y el respeto a la bases, sino que como gran paso instalaron una demanda profunda que llegó a tocar buena parte de la estructura educacional y a buena parte de los que la sostienen: la derogación de la L.O.C.E., es decir, la derogación de la ley que ordena y regula los marcos generales de la educación chilena, educación profundamente mercantilizada. Pero seamos claros, esta ley no es sino la reglamentación de un modelo que sólo se puede cambiar de manera radical y profunda. La tarea está, en saber hacia dónde apuntar nuestras demandas, para ponerlo cada vez más en tensión, y eso es lo que tratamos de apuntalar en este somero análisis.

El desenlace de las movilizaciones de los secundarios ya lo conocemos: una comisión de tecnócratas y políticos cuya finalidad no era más que bajar los ánimos y las movilizaciones; las federaciones estudiantiles universitarias que no fueron enfáticas y decididas en su crítica y acción; la cooptación realizada por los partidos políticos de las demandas y por último el acuerdo de la clase dominante que dio paso al proyecto de la Ley General de Educación (LGE).

Evidentemente suponíamos que este proyecto de ley no cambiaría nada, sino que por el contrario, sólo sería un acomodo superficial al estado de las cosas. Sin embargo, al analizar este proyecto de ley, nos encontramos con que la LGE no sólo no es un cambio sustancial respecto de la L.O.C.E., sino que es en definitiva, la forma de perpetuar un sistema educacional mercantil, reproductor de la profunda desigualdad social existente.

En tal sentido, la nueva Ley General de Educación, a la espera de ser ratificada en el Senado, ha evidenciado la intransigencia del bloque en el poder que evidentemente divorciado de las mayorías explotadas, pretende administrar las demandas que pusieron en el tapete las movilizaciones de los secundarios del año 2006 y que hoy seguimos levantando. La única arma que les va quedando parecen ser la represión y propaganda sistemática a través de los medios de comunicación, que han intentando deslegitimar la presente lucha en contra de la aprobación de la LGE, acusando que el descontento social no tiene razón de ser, ya que se considera que lo central en materia educativa es "asegurar la calidad en la educación", como si con el mero concepto de "calidad" se garantizaran soluciones a los problemas estructurales que aquejan a la educación chilena. Su herramienta ideológica es hacer de un conflicto social, de clase, un problema técnico a solucionar técnicamente por los burócratas expertos ‘en la materia'. Esa es la única respuesta que nos han dado al movimiento social. Pero debemos tener claro que esto también es posible por la propia inmadurez y consecuente incapacidad de nuestras organizaciones y del movimiento en general.

Una agencia de calidad, mayor supervisión de los procesos pedagógicos o mayores exigencias para los sostenedores, pueden ser elementos de reajustes parciales que apuntan a perfeccionar un modelo de mercado que rehúsa asumir su fracaso. A esto se suma que todas estas iniciativas no se condicen con las exigencias y expectativas del movimiento en torno a la educación, que busca antes que cualquier otra consideración, destruir los cimientos que permiten y posibilitan la existencia de un sistema educacional que segrega según origen social, es decir, una educación para los cuadros dirigentes de la clase dominante y una educación para los demás subordinados, y que de igual manera instituye el lucro en educación con fondos del Estado, o sea le da carácter de ley a una antigua y extendida práctica, que ahora queda legitimada.

El conflicto que suscitó esta ley en las matizadas expresiones políticas de la clase dominante, nos deja ver con claridad cual es la impronta que prevalece. Para nadie es sorpresa que el gobierno fue incapaz de mantener las mismas propuestas que antes había sugerido y que fue la derecha la que finalmente determinó el carácter de la ley que hoy espera por su revisión en el Senado. Es claro que no podemos esperar nada de aquellos que sólo buscan mantener lo existente y hoy la clase dominante ha cerrado filas al respecto. A pesar de lo que un par de supuestos parlamentarios desordenados quieran hacernos creer. Si alguien habrá de hacer alguna diferencia, seremos nosotros, con nuestras propias organizaciones de base.

En el actual contexto, si bien el conflicto en torno a la LGE no ha sido completamente cerrado -ya que la ley aun espera su aprobación definitiva en la cámara del senado- los estudiantes estamos en un momento bastante decisivo ya que nos exige un recambio ante un eventual repliegue. Al respecto debemos pensar un recambio que nos permita fortalecernos como movimiento, consolidando las organizaciones de masas que hemos levantado (cordones territoriales, coordinadoras de movilizaciones, etc.) y apuntar a buscar el necesario apoyo de los demás sectores sociales en lucha y decididos a transformar la educación. Esto porque sabemos que la lucha estudiantil aislada tiene un techo y, sobre todo, porque la educación es un problema de los explotados en general y no sólo de nosotros los y las estudiantes. Es más, lo que quedó expuesto y no realizado el 2006 sólo puede ser consumado con la participación amplia y articulada de un frente social fuerte de los oprimidos, ya que divididos y aislados no podremos esperar sino la derrota. En nuestra opinión, esperar que aquellos que siempre han legislado para el beneficio de unos pocos rechacen la ley en cuestión es simplemente ingenuidad. Y es que a estas alturas, con duras luchas y fracasos encima ¿aun podemos esperar algo desde arriba? ¿Realmente esperamos algo de la política del pacto social que impulsa la Concertación? ¿Realmente nos subiremos a otra mesa de trabajo con nuestros propios enemigos a negociar otra ley nefasta? Ya sabemos que el Consejo Asesor Presidencial (CAPES) fue un engaño, que fue sólo una de las medidas que tiene la clase dominante para cooptar el poder creativo de los que luchan y que desean de manera sincera un cambio profundo y radical.

Pero seamos claros, las transformaciones reales no son sólo asunto de intenciones, sino de perspectivas, formas de trabajo claras y unidad real. Hoy, frente a esta nueva arremetida de la clase dominante, debemos entender que nuestras demanda son, en el fondo, demandas que apuntan a un proyecto distinto de sociedad y por lo tanto no pueden, ni podrán entregarnos lo exigido, salvo en aspectos parciales y menores.

Si hoy la educación es un desastre es porque vivimos obligados a una educación que sirve a los que nos explotan diariamente. Es así que el trabajo de los sectores mas decididos al interior de los estudiantes debe ser el de mostrar esta contradicción con todas sus letras y, desde ahí, sacar propuestas que sean una respuesta real a este conflicto que aun no se acaba, pero que nos obliga a cambiar de táctica. Y es que frente a la posible decaída de la movilización debemos avanzar en consolidar y masificar el trabajo de base desarrollado, no dejar que muera en el desconcierto, sino que darle nuevos motivos para seguir de pie, eso es acumular fuerzas pero sin dejar de avanzar. Nuestra actividad central hoy, será entonces avanzar en las formas orgánicas que el movimiento estudiantil posee, dado el descrédito manifiesto de instancias como la Confech. De esta manera es plausible seguir dotando de contenido otras formas de coordinación y organización, que aseguren el control de las decisiones desde las bases, que permitan unificar las luchas y las acciones, que posibiliten el trabajo territorial, que promuevan la articulación con otros sectores en lucha y levantar propuestas propias, de manera independiente, lejos de sus mesas, de sus partidos y de sus aparatos burocráticos, develando el problema de la educación en su real profundidad política y social.

En el caso que no existan las condiciones adecuadas para dar esta pelea, debemos apuntar a crearlas, desde abajo y considerando todos estos años de aprendizaje. Hoy se desarrollan instancias de base (como los cordones zonales en Santiago) que van instalando una dinámica diferente en un conflicto que sabemos continuará por mucho tiempo, bajo diversas formas. Debemos entender que aquello que nos debe mantener vivos, activos, y no sólo movilizados en la calle, es la necesidad de un proyecto educativo nuevo, salido no de la cabeza de un cuerpo de "expertos" sino que de los esfuerzos monumentales de todos nosotros, de los esfuerzos monumentales de todos nosotros, la comunidad en su conjunto, bajo perspectivas orientadoras propias de la clase trabajadora.

Hoy, frente a un posible reflujo mayor, debemos reforzar el trabajo de base existente, nuestras coordinaciones, y ampliar la demanda a otros sectores de la clase trabajadora en lucha bajo la necesidad de gestar un contenido propio frente al fracaso reiterado de las respuestas por parte del gobierno. Sabemos que la tarea es difícil, y quizás para algunos imposible, pero es lo único que nos dará un resultado favorable en el conflicto de fuerzas entre nosotros, el cuerpo social y ellos, los que una y otra vez nos golpean . Hoy la tarea es avanzar desde la base, alimentando esa veta clasista que poco a poco comienza a emerger en medio de las inútiles respuesta de la clase dominante, generando un proceso de fortalecimiento interno del movimiento estudiantil, que está estrechamente vinculado a la lenta pero auspiciosa recomposición del proletariado en general, que sometida a los vaivenes del reflujo y la desmovilización, debe profundizar varios elementos que le permitan tener una posición distinta y una real capacidad de incidir y decidir sobre el destino del conjunto de nuestras vidas.




¡¡Adelante, con toda la fuerza de los explotados!!

¡Arriba los que luchan!

declaración FEL Santiago

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