lunes, 26 de septiembre de 2011

Honoris Causa para Osvaldo Bayer


por Rogelio Roldán




A propuesta de un consejero del MUI y la FJC, el Consejo superior de la Universidad Nacional de San Juan distinguió con un doctorado Honoris Causa al compañero Osvaldo Bayer. Para referirse al acontecimiento, Diario de Cuyo del 7-9-2011, en un artículo sin firma y con tipografía catástrofe, tituló Otorgan una distinción a un detractor de Sarmiento. Según el artículo de marras, Bayer es “uno de los más encendidos detractores de Sarmiento, (...) autor de libros y artículos que critican de manera encendida la política de Sarmiento respecto a los gauchos y los indios, y que lo califican de racista por las decisiones que impulsó en este sentido”. En recuadro aparte publican frases alusivas al tema que, según ellos, serían de autoría de Bayer, aunque no citan la fuente. A continuación escrachan al camarada que inició el trámite de propuesta, no sin hacer notar que: “La UNSJ tiene su origen en una institución educativa creada por Sarmiento”, cosa un tanto complicada, puesto que nuestra universidad se creó en 1972, esto es ochenta y cuatro años después de fallecido el personaje histórico aludido. En los días subsiguientes se reflejó, en el mismo diario, un debate entre quienes defienden al maestro y quienes lo acusan de racista. Incluso efectuaron una encuesta -sin ningún rigor científico- entre unos pocos lectores del diario. En opinión de quien escribe, semejante debate -en el que, más allá de la buena fe de quienes defienden a Bayer, la línea editorial es claramente cejada- se aparta del eje principal del problema, rinde culto al reduccionismo y la simplificación y apunta a encubrir los golpes constantes de la derecha sanjuanina -de la que este matutino es fiel expresión- a cualquier medida avanzada, o cuanto menos progresista, que se logra tomar desde la universidad, a la que aspiran no tanto a dirigir, sino a controlar y vaciar. En verdad, lo que debe discutirse, y denunciarse, es que el mencionado medio de (des)información de masas, con varias décadas de trayectoria furiosamente antipopular, se arroga la potestad de legislar sobre quién es bueno y quién es malo en nuestra historia, qué se puede premiar y qué se debe descalificar. En definitiva, pretende erigirse en árbitro de la “verdad”. Con semejante criterio se torna imposible la investigación histórica, puesto que la misma es el análisis de la política, es decir, de la lucha de clases y sus contendientes, en cada momento de nuestro pasado. De acuerdo a la potestad que se autoconfiere el pasquín, la ciencia histórica está de más, ya que cualquier toma de posición ante la realidad del obrar de los actores sociales y políticos de los siglos anteriores puede descalificarse como detracción si no se ajusta a sus dictados a favor de las clases dominantes y su “historia oficial”. En el “debate”, un doctor en letras, también profesor de la UNSJ, Juan Mariel Erostarbe, afirma: “Es una falta total de respeto que en el año del Bicentenario del Nacimiento (así, con mayúsculas) de Sarmiento le den un premio a su principal enemigo. Anualmente se pueden entregar dos honoris causa y, tranquilamente, se lo podrían haber entregado a Bayer el primer día del 2012. Con esto que han hecho siento que los de afuera insultan a nuestros padres y que nosotros aplaudimos esos insultos. Hay que respetar la memoria” Esta es la muestra acabada del sentido común típico del sanjuanino medio que las clases dominantes se empeñan en moldear. El citado libelo y los canales locales de televisión de aire saturan el ambiente con una prédica basada en una suerte de “sanjuaninismo” mediocre, ramplón y agresivo. Ante las contradicciones y conflictos propios de una sociedad dependiente económica, social, política y culturalmente del accionar monopólico de la megaminera Barrick, con más la tutela ideológica del obispo y sus cruzados del Opus Dei, su única respuesta, que adquiere ribetes de exigencia autoritaria, es “hay que ponerse la camiseta de San Juan”. De ahí que la intelectualidad orgánica del sistema incurra en la xenofobia al decir que “los de afuera insultan a nuestros padres”; seguramente nos considera extranjeros y enemigos a Bayer y a quienes, como él, acostumbramos a pensar todos los días, y a hacerlo en las antípodas de su liberalismo decimonónico. Tampoco se priva de añadir al chauvinismo provinciano su cuota de mediocridad ridícula: “tranquilamente, se lo podrían haber entregado a Bayer el primer día del 2012”. Vale decir, déjennos disfrutar de las efemérides y de su sacralización para encubrir el conflicto social de clase. Después, si quieren, el año que viene puteen hasta el hartazgo, total, ya inventaremos alguna otra liturgia para renovar la manipulación. Parece que la esencia de la discusión es el papel reaccionario de los medios monopólicos, la necesidad de generar acciones políticas contundentes para desbaratar las medidas cautelares anticonstitucionales de los jueces patronales y lograr la aplicación efectiva de la ley de medios, además de poner la investigación y la enseñanza de la historia, de Sarmiento o cualquier otra personalidad u hecho político, en el contexto de la época en que actuaron con más la periodización científica correspondiente.

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